Una hendidura es suficiente

“Une fente suffit”, así se expresaba Jean François Zevaco, el arquitecto marroquí maestro del Movimiento Moderno, en una clara síntesis de su arquitectura radical: “Il y a beaucoup de lumière au Maroc. Une fente suffit”. Frente a los grandes ventanales del Movimiento Moderno en busca de la transparencia absoluta, en un territorio como Marruecos donde hay tanta luz, una hendidura es suficiente.
Pues con hendiduras, por donde maravillosamente llega la luz, es como han construido algunas de sus mejores arquitecturas tres jóvenes arquitectos marroquíes de primerísimo orden,  Saad EL KABBAJ, Driss KETTANI y Mohamed Amine SIANA. Sus dos realizaciones más conocidas, la TAROUDANT Universityy la GUELMIM Technology School pueden verse en DEZEEN, magníficamente fotografiadas por Fernando Guerra, el fotógrafo de Álvaro Siza, en DEZEEN. Ambos conjuntos son de una calidad excepcional.
La arquitectura de Marruecos del siglo pasado viene marcada por la fuerte huella de Zevaco, un arquitecto nacido en Casablanca, formado en París, miembro de los CIAM y cuya obra, toda en Marruecos, es de primerísima calidad. De la talla de OscarNiemeyer en Brasil o deGotfriedBöhm en Alemania o de Sáenz de Oiza en España, su obra radical y hermosísima, se agranda con el paso del tiempo. Era un verdadero maestro de la Arquitectura Contemporánea. Obras suyas, como la extraordinaria Villa Suissa en Casablanca de 1947, o laimpresionante Estación Termal de Sidi-Harazem de 1960, merecen estar con voz propia en la Historia de la Arquitectura.
Michel Ragon decía de Zevaco, que “los tradicionalistas le reprochaban sus audaces técnicas y que traicionaba de algún modo el neo-morisco. Y quelos modernos le atacaban por sus veleidades líricas, por su barroquismo y por su rechazo del ángulo recto, alabado por Le Corbusier”. Pues esto mismo les dirán a EL KABBAJ, a KETTANI y a SIANA por seguir en esa misma línea. Porque nuestros tres arquitectos son quizás los que mejor representan hoy a esta arquitectura contemporánea marroquí. 
EL KABBAJ, KETTANI y SIANA se formaron en la Escuela Nacional de Arquitectura de Rabat, y han sabido “interpretar mejor que nadie la lección de la arquitectura marroquí tradicional”,lo que Michel Ragon decía de Zevaco.
E igual que hiciera Zevaco, que defendía que “en la naturaleza no se da el ángulo recto”, pero que en algunas de sus casas como la Villa Zniber en Marrakech de 1998 o las villas en bande en Agadir de 1969 o, mejor todavía en l´habitateconomique también en Marrakech de 1959, empleó sin reparo el ángulo recto, ellos también lo usan sin ningún problema.
De manera especial L´Ecole d´Instituteurs de Zevaco en Ouarzazate parece haber estado muy presente en la concepción de los conjuntos universitarios de nuestros arquitectos. Pero aun habiendo un aroma indudable que también convoca aquí el recuerdo del maestro mejicano Luis Barragán, la arquitectura de EL KABBAJ, KETTANI y SIANA, es de absoluta originalidad. La originalidad de ir al origen de la arquitectura marroquí para extraer de ella lo mejor y desarrollarlo en clave contemporánea.
Los dos conjuntos universitarios, uno en GUELMIM y el otro en TAROUDANT, son como rosas del desierto que allí, en un terreno desértico, hubieran nacido comoun regalo del cielo.
Establecen los arquitectos estos conjuntos escolares como si de ciudades se trataran. Despliegan un orden claro de calles, patios y jardines, que responden a la mejor tradición del norte de África. Tienen ambos conjuntos ese carácter cerrado al exterior, masivo, fuerte, que contrasta con la blanca claridad interior donde un poco de luz, a través de unas hendiduras sabiamente colocadas, hace que esos espacios interiores aparezcan radiantes de luz. Con la misma sabiduría con que lo hicieran los arquitectos de la Alhambra de Granada.
La sombra predomina sobre la luz, como es lógico en Marruecos. Pero la luz que se cuela por las rendijas que los arquitectos abren en las fachadas oscuras, penetra como si fuera peinada a través de esas rajas bien dimensionadas, para reflejada en los interiores blanquísimos, llenar de luminosidad esos espacios. Nuestros arquitectos han afinado bien el instrumento arquitectónico para que entre sólo la luz necesaria para servir bien a las funciones que allí se desarrollan.
He comparado muchas veces un edificio con un instrumento musical. De cómo tiene que estar muy bien dimensionado y proporcionado y afinado para que suene bien. Aquí el instrumento está perfectamente dimensionado y proporcionado y afinado de tal manera que cuando llega la luz y perfora la sombra interior, se produce, como si de la música se tratara, un sonido maravilloso. Aquello que Paul Valery apuntaba de que los edificios mejores “cantan”.Estos edificios “cantan” muy bien.
Los conjuntos escolares de GUELMIM y TAROUDANT desarrollan programas docentes de aulas y talleres y laboratorios, con las partes correspondientes de Biblioteca y administración y Anfiteatros. Todo ello siempre bien ordenado.
En GUELMIM desarrollan en el exterior una arquitectura masiva y potente con un sabio juego de volúmenes muy fuerte, de color ocre claro, que contrasta bien con la limpieza y claridad de los espacios interiores blancos. Entre ellos, organizado todo por una calle cubierta que sigue el eje norte-sur, diversos patios y jardines de gran belleza.
En TAROUDANT utilizan la misma estrategia arquitectónica con gran eficacia. Trabajan con la misma austeridad y con los mecanismos del claroscuro, tan convenientes en esas latitudes. Su arquitectura fuerte, masiva, aquí en un color ocre más oscuro, se abre en la dirección norte –sur y se cierra en la dirección este-oeste. Algunos jardines con grava, plantados de cactus, son especialmente hermosos. El anfiteatro, blanquísimo, tiene una atmósfera muy especial, como cada uno de sus espacios interiores. 
Los trazados generales de ambos conjuntos docentes, son ejercicios impecables de la implantación de un orden en el territorio en un a modo de nuevas ciudades. El orden que sólo es capaz de establecer la arquitectura usando el principal instrumento de un arquitecto: la razón. Los espacios resultantes son de una gran serenidad y calma. Una arquitectura que podríamos calificar de callada, hecha desombra y de luz.
En definitiva, es un descubrimiento a celebrar el encuentro en Casablanca de una arquitectura de primerísimo orden, capaz de permanecer en el tiempo y en la memoria de los hombres. Y unos arquitectos de primerísima calidad, arquitectónica y humana capaces de concebir y de construir esa maravillosa arquitectura. Como lo hicieran los arquitectos de la Alhambra. 

Alberto Campo Baeza
LA ILAHA ILA ALLAH